Una alimentación rica en verduras es sumamente importante para el desarrollo de nuestros hijos. Los nutrientes que estas aportan son necesarios para un buen crecimiento que los convierta en niños sanos y fuertes. Su consumo es importante, no solo por su aporte vitamínico y de fibra, sino porque constituye parte de un buen hábito alimenticio que llevará a los pequeños de la casa a ser adultos saludables.
El mito sobre la sopa con verduras
Muchas madres consideran a la sopa como el método tradicional más efectivo para que sus hijos consuman las verduras. De hecho, es uno de los primeros alimentos que reciben los bebés al iniciar la alimentación complementaria. La gran pregunta es: ¿es realmente nutritiva? Nada más alejado de la realidad que esta premisa. Para la Dra. Paola Arrús Ackerman, Médico Pediatra y Máster en Nutrición, el hecho de sumergir los vegetales en agua y llevarlos a ebullición por tiempo prolongado destruye por completo la fibra hidrosoluble y pierde vitaminas y nutrientes.
La fibra juega un papel trascendental en la regulación de la micro flora intestinal. La especialista explica que dentro de nuestro intestino tenemos bacterias que nos ayudan a digerir los alimentos y a mejorar su absorción, previenen el estreñimiento y mantienen un equilibrio evitando que otras bacterias dañinas nos causen enfermedades. Por lo tanto, si no ingerimos cantidades adecuadas de fibra este equilibrio se ve perjudicado y por más que le brindemos a nuestros hijos los vegetales adecuados su absorción no será la óptima.
Entonces, ¿qué debemos hacer?
Hervir las verduras en agua no solo cambia su forma, color y olor; sino que, además, los desprende de muchos de los nutrientes que los pequeños necesitan para crecer fuertes y sanos. Darles una sopa con todos los vegetales juntos es la forma más sencilla y rápida para alimentarlos; sin embargo, no la más correcta. Entonces, ¿cuál es la forma correcta?
La pediatra brinda la solución a este problema: la cocción a vapor. Es la forma más segura, nutritiva y agradable de ofrecer los vegetales a nuestros hijos. Durante este proceso los alimentos no están en contacto con el agua, por lo que no hay pérdida de vitaminas o de fibra hidrosolubles. Además, los alimentos conservan su color, olor y sabor originales, permitiéndonos entrenar el paladar del niño para que reconozca y acepte la comida en la forma más natural posible, creando así hábitos saludables que le duren toda la vida.