El amor es definido como un sentimiento de afectividad e inclinación de una persona a otra, en este caso, de los padres a su bebé. También es conocido como el principal vínculo y el más persistente de todos.
Este se consolida como un vínculo afectivo cuando existe un amor reciproco entre el recién nacido y su madre. En base a esto, se desarrollarán los vínculos que establecerá el ser humano con las demás personas a lo largo de vida.
La obstetra Ynés Vigil, educadora perinatal y Lamaze Certified Childbirth Educator, nos recuerda que la oxitocina, más conocida como la hormona del amor, en su papel de neurotransmisor, está implicada en la formación de vínculos.
Esta hormona, también conocida como “el pegamento social” o “la hormona de los vínculos” es producida en el hipotálamo (área del cerebro que se encarga de cuestiones importantes como la regulación de la temperatura del cuerpo, la sed, el hambre, el estado anímico) y secretada desde la hipófisis (controla gran parte de la producción de hormonas de otras glándulas del organismo).
Se traslada por todo el organismo para producir contracciones en el útero o en el pecho materno. Se sostiene que la oxitocina es la hormona que favorece la lactancia. Por lo que es una relación de ida y vuelta con el apego.
Al haber proximidad se va estableciendo el apego mamá – bebé, eso produce mayor oxitocina; esto favorece la producción de leche, hay demanda del bebé, la lactancia se hace más placentera y se afianza el apego.
Más allá de una explicación química, la Lic. Jesica Kuwae Goto, psicóloga clínica infantil y danza movimiento terapeuta nos cuenta más sobre cómo surge el amor por nuestro bebé.
El comienzo
Surge desde el embarazo, con las fantasías que cada padre tiene sobre su hijo imaginado. Continua durante la gestación con la historia particular familiar de cada uno; con el modo de relación de la pareja; con las circunstancias de su entorno (familiar, social, laboral, político, económico, etc.)
Incluso antes de nacer, los movimientos respiratorios y el sonido de los órganos, como el corazón, eran transmitidos al líquido amniótico. El bebé estaba permanente envuelto, acompañado, protegido y estimulado por diversas sensaciones táctiles.
Al llegar al mundo, el cuerpo de nuestro pequeño deja de recibir todas estas estimulaciones, las que reclama en sus primeros meses.
Paso a paso
El vínculo se establece a través del contacto de piel con piel y la capacidad de manejo (sostén, higiene, alimentación, juego, modo de hacerlo dormir o de tranquilizarlo, tono de voz, etc).
Los padres, mediante estas conductos proximales, es decir, caricias, canciones, juegos y abrazos motivaran al bebe a un positivo conocimiento del mundo. Un rasgo adicional es que estimulará el desarrollo de su inteligencia.
Todo lo mencionado contribuye a la relación de amor entre nuestro pequeño y nosotras.