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La oxitocina es la hormona relacionada al amor en todas sus formas.

Esta hormona es secretada por la glándula pituitaria, ubicada en el cerebro. La segregamos cuando estamos con nuestras parejas y nuestros hijos; también durante el parto, la lactancia materna y las relaciones sexuales. También tiene un rol especial en otro tipo de relaciones sociales, como la amistad, pues favorece el sentimiento de permanencia y (valga la redundancia) amistad. ¿Por qué?

Como diría el médico e investigador francés Michel Odent, la oxitocina es la hormona típica del altruismo. Es el neurotransmisor que promueve el sentimiento de pertenencia, esencial de la especie humana desde el inicio de los tiempos.

¿Qué funciones cumple en nuestro cuerpo y nuestra vida?

La oxitocina está involucrada en nuestro aspecto psicológico y de la salud.

– Está muy relacionada con la confianza y la empatía. Es la razón por la que la segregamos estando en pareja o con nuestros hijos.

– Respecto a la maternidad, está presente desde el preciso instante en que damos a luz hasta el final de nuestros días. Gracias a esta hormona, como madres nos nace atender todas las necesidades de nuestro bebé.

– En cuanto al aspecto social, juega un papel importante en las relaciones con los demás, porque permite la cohesión entre grupos de personas. Está relacionada en el aprendizaje y la memoria, el reconocimiento facial y de emociones de otras personas.

– Genera el sentimiento de pertenencia: por ejemplo, se produce oxitocina entre los jugadores de un equipo y también entre los hinchas.

La oxitocina es, sin duda, el gran “facilitador” de la vida. Y desde luego, si la generosidad, el altruismo y la compasión son características típicas del ser humano, entonces la oxitocina es “la hormona de la humanidad”.

 

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