Clásico que cuando nace un bebé, toda la familia revisa sus rasgos a detalle. El cabello, el tono de su piel, los labios, su cabello y, sobre todo, el color de sus ojos. ¿Habrá heredado el color de ojos de su papá o de su mamá? ¿O, tal vez, el de los abuelos? Ese momento en que el pequeño abre sus ojos por primera vez es tan maravilloso como esperado.
Y es que, en realidad, la mayoría de los bebés nacen con los ojos de color gris. Tranquila. Este color es temporal y tan solo es cuestión de semanas para que uno pueda descubrir si son negros, verdes, marrones, azules, entre otros colores. Según el Dr. José Ancajima Briceño, experto en neonatología y Magister en Pediatría de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), el color gris se debe a que las células que producen melanina en su cuerpo son todavía muy inmaduras; es decir, no alcanza para definir el color que tendrá el iris por genética.
Cabe resaltar que el iris es la parte coloreada del ojo y es un rasgo 100% genético, que depende de la cantidad de melanina que se encuentra en esta zona del ojo y de cómo está distribuido el pigmento. Cuánta más melanina haya en el iris, más oscuros serán los ojos de la persona. Por ejemplo, los ojos marrones tienen más pigmento que los ojos azules o verdes. La melanina también da pigmento al cabello y la piel. Esa también es la razón por la que un niño nace con cierto color de cabello y cuando son mayores se oscurece. El cambio se debe a la acción o inacción de la melanina.
Ese color gris de sus ojos va variando conforme pasan los días, semanas y meses. El color empezará a definirse entre los seis meses y el año. Hay bebés que desde que nacen tienen los ojos claros, puesto que la melanina no se ha depositado por completo. Hay otros que los tienen oscuros desde pequeñitos. En ambos casos, la variación será muy poca. En el caso de los niños que tienen ojos claros, ya definidos, pueden tener ligeras variaciones hasta los tres años, pues el iris guarda melanina hasta esa edad.